Hay mañanas en las que me levanto y me gustaría despertar en esos brazos.
Hay mañanas en las que me despierto y quisiera sentir el cansancio de la noche anterior, quisiera sentir encima el desvelo a causa de los besos que se dan hasta no poder mantenerse despierto.
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Quisiera contarle cómo se siente y preguntarle si le pasa lo mismo.
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Quisiera hacerle saber que no he podido hacer el amor de nuevo, que hasta el momento solo he usado el sexo por instinto carnal y por mantenimiento al cuerpo.
Ya saben, como liberador de endorfinas, mecanismo de relajación y esas vainas.
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Quisiera contarle que ha sido difícil.
Que la primera vez que entregué mi cuerpo como en una subasta, la excitación no duró más allá de los primeros cinco minutos.
Que me sentí vacía en esa cama y que mantuve la concentración hasta el cansancio para poder alcanzar un orgasmo.
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Es que si me levantaba de esa cama sin siquiera haber llegado, me iba a sentir doblemente destruida.
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Acostarme con el tipo que conoces en una fiesta nunca ha sido mi vibe. No puedo, hay demasiado fuego aquí dentro como pa’ eso.
No me mal entiendan, hay mujeres que lo hacen con mucha facilidad y a ellas les aplaudo.
Disfrutar del sexo de esa forma tan despreocupada y desligar el corazón del cuerpo, es una habilidad que a mi parecer requiere de mucha valentia.
Yo… bueno, en estos términos, yo soy muy cobarde.
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Pero esa noche me vestí de la mujer que no soy y salí de casa dispuesta a tener sexo con el que era casi un desconocido.
¿Por qué?, Porque me sentí lo suficientemente libre y desatada para hacerlo, porque tenía en la mente los “si yo fuera usted, así de linda y soltera, qué no haría”, y porque habían pasado demasiados meses desde la última vez que mi cuerpo se sintió amado.
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Bueno, ahí estuvo el primer error.
Porque en esa cama encontré de todo, menos amor.
Porque la libertad no se mide en esas distancias y, porque Camila no necesitaba probarle nada a nadie.
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Regresando a casa, encontré los brazos de mi amiga y me dejé caer en llanto.
Esa noche confirme que la conexión en el sexo no se compra como dulces de a centavo en la tienda.
Que soy una loca enamorada que no separa una cosa de la otra.
Y que aún tenía su cuerpo dibujado en mi mente.
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Todavía recordaba de memoria cómo se sentía la fuerza de sus manos, la humedad de su boca y el color de sus lunares.
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Quisiera hacerle saber que, a su lado, nunca fue difícil conciliar el sueño en las noches, ni siquiera en la primera.
Quisiera hacerle saber que amar de nuevo en una cama no ha sido fácil, y que pareciera que, a su nombre me jugué esa primera y última carta que tenia.
Quisiera hacérselo saber, no esperando su regreso, ni deseando que suceda de nuevo.
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OK, corrigiendo, porque mientras escribo voy desenredando (me).
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Hay mañanas en las que me gustaría despertarme en unos brazos, no en esos propiamente…
Hay noches en las que me gustaría volver a sentirme enamorada, y no de él precisamente.
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-CC
Sobre hacer el amor amando y otras cosas más que hace muchísimo no me suceden.
Gold Coast, Australia