Camila, ¿en qué eres buena?

A hoy, cuando me preguntan, Camila, ¿en qué eres buena?, lo primero que respondo es «escribiendo». Me gusta poder decirlo así, con facilidad, sin culpas, sin el peso de las expectativas, sin pena.

 

Siempre he escrito aunque no de forma constante, pasé muchos años de mi vida sin hacerlo, estaba muy desconectada de mí para ese entonces. Esa tarde, volviendo a casa, lo primero que hice después de saludar a Marita fue buscar lápiz y papel para sacar de mí todo lo que estaba sucediendo, la escritura fluyó a chorro. Ese día recuerdo haber escrito fluido, sin pausas, sin detenerme a organizar ideas.

Ese día la escritura fue tristemente genuina, porque aunque esa primera página que volví a escribir aparentemente hablaba sobre él, el mensaje entre líneas era muy distinto. En medio de cada frase y detrás de cada nota de miedo estaba Camila, queriendo salir, esperando el momento para ser.

 

Me gusta decir que escribo, porque realmente lo disfruto, porque he aprendido a escucharme mientras lo hago, porque cuando me leo he encontrado respuestas que hace mucho venía buscando, porque escribir me sostuvo cuando nada más lo hizo. Me gusta decir que escribo porque toda esta revolución tomó forma cuando me dejé ser libre de esta manera.

 

 

-CC.

Respondiéndome preguntas a mí misma.

Gold Coast, Australia.

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